El proper mes de març comentarem el
llibre
Maria Antonieta de Stefant Zweig
Qué mujer, María Antonieta
Si hay un personaje
criticado y odiado por contemporáneos y por historiadores, ése es el de María
Antonieta. Llegó como delfina de Francia, se convirtió en una reina
esplendorosa, popular y todopoderosa y acabó, abandonada por todos, en la más
estricta soledad y en el cadalso.
Su historia, sorprendente y
aleccionadora, mereció el interés de Stefan Zweig, quien le aportó su perspicacia
histórica y su brillante y ágil pluma. El resultado es María Antonieta. Retrato de una mujer común, escrita en
1932, cuando Zweig disfrutaba de las mieles del éxito. Editorial Juventud,
acaso para no perder lectores, le ha robado el subtítulo a la obra. Lo cierto
es que todo el libro parece un esfuerzo por desmentir que María Antonieta fuera
una mujer común.
No estaba destinada a serlo. Hija del emperador Francisco I y de María Teresa,
se concertó su matrimonio con el heredero del trono de Francia, de su misma
edad pero de un temperamento absolutamente opuesto; un Luis XVI por cuyas venas
corría horchata en lugar de sangre, roja o azul, mientras que aquélla se abrazó
a la vida y la vivió como si tuviese derecho a todo lo hermoso y placentero.
Zweig no se detiene en su infancia, en sus horas de juegos en Schönbrunn,
en su huida permanente de todo lo que pareciese grave y aburrido. Nos la
presenta a punto de dejar la niñez, cuando se ve abocada a abandonar su país y
a su familia para formar otra familia con un desconocido y regir los destinos
de otro país. Zweig nos deja ver todos los detalles, los juegos diplomáticos,
las absurdas imposiciones del protocolo y la adaptación de María Antonieta a su
nueva situación.
Tenía nuestra mujer, al decir de Zweig, un poder enorme para ganarse el favor
de cuantos la conocían. Conquistó primero a la Corte, que en un primer momento
desconfiaba de ella. En horas más aciagas, volvió a ejercer ese poder sobre
quienes la rodeaban; por ejemplo, cuando unos delegados de la Asamblea Nacional
trasladaron a la Familia Real, a la que habían cazado en Varennes en plena
huida, a la capital. Pasan del escarnio a una cierta simpatía, incluso –en el
caso de Barnave– a la fidelidad. También en su última habitación, una celda
hosca y mugrienta de la Consejería, cuando lo ha perdido ya todo y nada puede
dar a cambio de un favor, logra que las humildes personas que la atienden se
desvivan por que se sienta cómoda.
Ese poder le hubiese bastado para ganarse a su marido, pero es que además éste,
sostiene Zweig, se hallaba a su merced porque una fimosis le impedía consumar
el matrimonio. Todo se podía resolver con una sencilla operación, como de hecho
así fue. Pero la indecisión del rey, que le acompañó hasta el final, retrasó
esa decisión siete años. Entre tanto, "con desesperación ven los
ministros, ve la emperatriz madre, ve toda la corte, cómo por esa trágica flaqueza
todo el poder va a caer a manos de una joven aturdida, la cual lo malgasta con
la mayor ligereza". Luis XVI "continuó siempre como siervo de María
Antonieta, sin voluntad propia, sólo porque a su debido tiempo no pudo ser su
marido".
Éste es uno de los innumerables ejemplos de cómo el devenir histórico está
condicionado por pequeñas vicisitudes y actos individuales. Pues, de haber
heredado Luis XVI algo de la resolución de su abuelo, además de ciertas
habilidades, el destino de Francia hubiera estado bajo su mano. Era, por
cierto, un hombre de ideas mucho más avanzadas de lo que se esperaba de su
posición. Acaso habría permitido aquellas reformas en las que él mismo creía,
en lugar de dejar hacer y deshacer a su caprichosa esposa.
María Antonieta, despreocupada por las cuestiones políticas, por el alcance
mediato de sus actos, por las fuerzas que dominan el curso de la historia, que
acabó arrollándola, tenía dentro de sí todas las cualidades para haber evitado
su final fatal. Tenía una inteligencia rápida y clara, pero, ay, una falta de
constancia que venía de un desinterés invencible. Sólo cuando todo aquel mundo
de juegos y bailes, de diversiones y chanzas se disolvió, sin que entendiese
nunca cómo ni por qué, apareció esa otra faceta suya, que había quedado oculta.
La mujer, de nuevo nada común, que aúna entrega a una causa, responsabilidad,
trabajo, denuedo y firmeza. No pierde ese infinito orgullo que sólo una mujer,
y más en su posición, puede albergar. Sabe salir de las situaciones más
complicadas. No pierde la cabeza hasta el último momento.
El libro parecería una novela
histórica, por las sorpresas que le esperan al lector no avisado, por los
requiebros de la historia, por el final trágico. Y porque está escrito
maravillosamente. Pero no: es un libro de historia, de historia verdadera:
Zweig no hace concesión alguna a los relatos brillantes pero dudosos que se dan
en la literatura sobre la reina de Francia. No los necesita. A pesar de ser un
libro histórico, Zweig no interrumpe a cada paso el relato con notas a pie de
página. Tampoco incluye una bibliografía, sino que escribe una nota
metodológica de la cual se desprende que lo ha leído y considerado todo;
además, explica qué fuentes le parecen poco fiables y por qué, en consecuencia,
las rechaza.
Zweig, en su autobiografía El mundo de ayer, absolutamente recomendable, dice
sobre este libro, como ejemplo de su modo de escribir:
Para
una biografía como María Antonieta examiné realmente todas y cada una de las
cuentas para comprobar sus gastos personales, estudié todos los periódicos y
panfletos de la época y repasé todas las actas del proceso hasta la última
línea. Pero en el libro impreso y publicado no se encuentra ni una sola línea
de todo ello, porque en cuanto termino de poner en limpio el primer borrador de
un libro empieza para mí el trabajo propiamente dicho, que consiste en
condensar y componer.
Es así como
logra "no disminuir la precisión y a la vez aumentar el ritmo", como
puede comprobar el lector.
Se ha dicho de esta biografía que
es la mejor que se ha escrito sobre María Antonieta. Seguramente, otras
serán más prolijas en detalles. Pero se hace difícil pensar en un retrato que
se le acerque en la penetración psicológica del personaje, en la descripción de
la vida y vicisitudes de esa mujer. De hecho, el lector corre el riesgo de
identificarse con ella, y eso que el autor no le ahorra las necesarias
críticas, desde el mismo arranque del libro.
Es éste un libro para el verano y
para cualquier estación. Alimento para los curiosos de aquella época e
instrumento para el solaz de las horas.
STEFAN ZWEIG: MARÍA ANTONIETA.
Stefan Zweig Biografia reduida
.Stefan Zweig va ser un escriptor molt
conegut durant la dècada dels 20 i els 30 del
segle XX, per bé que, des de la seva mort, el 1942, la seva obra esdevingué
menys familiar per al públic en general.
Zweig va escriure novel·les, històries
curtes i diverses biografies, la més famosa de les quals és, probablement, la
de Maria I d'Escòcia. Es va publicar en alemany amb el
títol de Maria Stuart i en anglès amb el
títol de (The) Queen of Scots o Mary, Queen of
Scotland and the Isles. De vegades, quan el sentiment antigermànic s'estava
estenent, les seves obres es van publicar en anglès amb el pseudònim de
"Stephen Branch" (una traducció del seu nom real). De la seva
biografia de la reina Maria
Antonieta se'n va arribar a fer una adaptació
per a una pel·lícula de la Metro Goldwin Mayer (MGM), amb l'actriu Norma Shearer en
el paper protagonista.
Nascut a Viena, Zweig era
fill de Moritz Zweig, un adinerat fabricant tèxtil jueu, i d'Ida
(Brettauer) Zweig, filla d'una família de banquers italians. Va estudiar filosofia i història de
la literatura, matèries que li van permetre entrar en
contacte amb l'avantguarda cultural vienesa de l'època.
Va ser en aquest ambient que, el 1901, va
publicar els primers poemes, una col·lecció titulada Silberne Saiten ("Cordes
d'argent") en la qual s'endevinava la influència d'Hugo von Hofmannsthal i de Rainer Maria Rilke. El 1904 va publicar la primera novel·la, gènere que
conrearia especialment durant la seva carrera.
Zweig va desenvolupar un estil literari
molt particular, que unia una acurada construcció psicològica amb
una brillant tècnica narrativa.
Durant la Primera
Guerra Mundial, i després d'haver
servit en l'exèrcit austríac (com a empleat de l'Oficina de Guerra, ja que
havia estat declarat no apte per al combat), es va haver d'exiliar a Zuric a
causa de les seves conviccions antibel·licistes, conseqüència de la influència
del seu amic, el pacifista francès Romain Rolland.
D'aquest període és Jeremiah,
una obra antibèl·lica que va escriure mentre estava servint en l'exèrcit i que
va ser publicada durant el seu exili a Suïssa. Aquesta
peça teatral de tema bíblic, inspirada
en la guerra europea, va ser exhibida a Nova York el
1939.