El proper mes de Octubre comentarem el llibre
La
ciencia i la vida de Valenti Fuster i Jose Luis Sampedro
Valentí
Fuster Carulla (Barcelona,
el Barcelonès, 20 de gener de 1943),
1r marquès de Fuster,[1] és
un metge català,
especialitzat en cardiologia.
Prové
d'una nissaga de metges: Fill de Joaquim Fuster i Pomar,
director del Sanatori de Pedralbes. Nét de Valentí Carulla i Margenat,
doctor i rector de la Universitat de Barcelona i Josep Fuster i Pomar,
doctor en medicina. I germà de Joaquim Fuster i de Carulla psiquiatre.
Després
de llicenciar-se en medicina per
la Universitat de Barcelona es
traslladà fins als Estats Units per
treballar com a docent a la Clínica Mayo de Minnesota i
a l'Hospital Mont Sinaí de Nova York,
per esdevenir catedràtic el 1991 de
medicina a l'escola universitària mèdica de Harvard a Boston.
Aquest càrrec l'ocupà fins al 1994,
moment en el qual fou nomenat director de l'Institut de Cardiologia de
l'Hospital Mount Sinaí, càrrec que ocupa en l'actualitat.
La
seva tasca investigadora comprèn treballs sobre l'arteriosclerosi i
el mecanisme molecular al voltant de les malalties coronàries: l'infart,
l'infart de miocardi i l'angina de pit,
així com la millora del tractament d'aquestes malalties.
El 1996 li
fou concedit el Premi Príncep d'Astúries
d'Investigació Científica i Tècnica per les
seves aportacions a la biomedicina especialment en l'àrea cardiovascular
que han cristal·litzat en l'aclariment de la patologia isquèmica aguda. El
2001 va rebre la Creu de Sant Jordi i
el 2012 el Premi Nacional de Pensament i Cultura
Científica.[2]
L'any
2014 el rei Joan Carles I li
va atorgar el títol de marquès de Fuster en
atenció a la seva tasca investigadora i docent.[1]
José Luis Sampedro fragment de la biografia
José Luis Sampedro Sáez (Barcelona, 1 de febrero de 1917-Madrid, 8 de abril de 2013)1 2 3 fue un escritor, humanista y economista español que abogó por
una economía «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la
dignidad de los pueblos». En 2010 el Consejo de Ministros le otorgó la Orden de las Artes y las Letras de
España por «su sobresaliente trayectoria literaria y por su pensamiento comprometido
con los problemas de su tiempo». En 2011 se le concedió el Premio Nacional de las Letras Españolas.4
Al año de nacer, su familia se trasladó
a Tánger (Marruecos), donde vivió hasta
los trece años.5 En 1936 fue movilizado por el ejército republicano en la Guerra Civil Española, combatiendo en un batallón anarquista. Pasa la guerra
en Cataluña, Guadalajara y Huete (Cuenca). Acabada la guerra, fue de nuevo llamado a filas y sirvió en la
guarnición de Melilla.6
Tras obtener una plaza de funcionario de aduanas en Santander se traslada a Madrid, donde, en 1944, contrae matrimonio con Isabel Pellicer
y realiza sus estudios universitarios de Ciencias Económicas, que finaliza en 1947 con Premio Extraordinario.
Comienza a trabajar en el Banco Exterior de España, además de dar clases en la universidad. En 1955 se convierte en catedrático de Estructura Económica por
la Universidad Complutense de Madrid, puesto que ocupará
hasta 1969, compaginándolo con
diversos puestos en el Banco Exterior de España, alcanzando el nivel de
subdirector general. Por entonces escribe Un sitio para vivir (teatro). Publica Realidad
económica y análisis estructural y El futuro europeo de España.
Entre 1965 y 1966, ante las destituciones de los
catedráticos en la universidad española Aranguren y Tierno Galván, decide hacerse
profesor visitante en las universidades de Salford y Liverpool. Unido a ellos, junto
con otros profesores, crean el Centro de Estudios e Investigaciones (CEISA),
que sería cerrado por el Gobierno tres años
después. En 1968 fue designado Ann Howard Shaw Lecturer en la
universidad norteamericana Bryn Mawr College.
A su vuelta a España pide la excedencia en la
Universidad Complutense y publica El caballo desnudo, una sátira que le permitirá
desahogar sus frustraciones ante la situación del país. En 1976 vuelve al Banco Exterior de España
como economista asesor. En 1977 fue nombrado senador por designación
real, en las primeras Cortes democráticas, puesto que ocuparía
hasta 1979.
En paralelo a su actividad profesional
como economista, publica diversas novelas y tras su jubilación continúa
dedicado a escribir, consiguiendo grandes éxitos con obras como Octubre,
octubre, La sonrisa etrusca oLa vieja sirena. Sus éxitos
literarios coinciden con la trágica noticia de la muerte de su esposa, Isabel
Pellicer, en 1986.
En 1990 fue nombrado miembro de la Real Academia Española, donde su heterodoxo discurso de ingreso, Desde
la frontera,7 tiene mucho que
ver con el tema de su obra La vieja sirena, publicada ese mismo
año, considerada un canto a la vida, al amor y a la tolerancia.
Se casa en Alhama de Aragón (Zaragoza), en 2003, con la escritora, poetisa y traductora Olga Lucas. Desde hacía tiempo
La ciencia y la vida
Valentín
Fuster y José Luis Sampedro
Encuentro
entre dos grandes figuras de la cultura española: José Luis Sampedro,
economista, escritor y académico de la Española, y Valentín Fuster, cardiólogo,
premio Príncipe de Asturias, al que el primero debe la curación en un momento
crítico para su salud. Se reúnen durante unos días en el parador de Cardona
“para charlar”, y no de cualquier manera: van construyendo una especie de guión
sobre temas de educación, cultura, transmisión del saber, sobre el que vuelcan
sus opiniones respectivas, coincidentes muchas veces, ilustrativas las de uno
para el otro, con diferencias de enfoque también, pero siempre respetuosas,
como de dos hombres que han meditado largamente sus ideas y las contrastan
ahora con exquisita finura y mutua admiración. Olga Lucas ha ejercido de
secretaria levantando actas de aquellas conversaciones y elaborando así la
redacción del libro. Quien lo lea va a encontrar un texto de alto nivel
intelectual, verdadero modelo de “tertulia”, en la que dos sabios de diferente
formación científica discuten desde su conocimientos temas centrales del
hombre. El lector podrá disentir de uno u otro colocutor, como a veces lo hacen
ellos entre sí, pero sin duda apreciará y agradecerá esa lección de claridad y
elegancia.
De ese modo han respondido Fuster y Sampedro a la petición que les habían hecho amigos y admiradores para hablar de lo que sea, “de la salud, de la enfermedad, de la vida y de la muerte, del ser humano como ser biológico y como ser social, del mundo en que vivimos, de lo que quieran y sepan, pero que hablen”. Y hablan y no es fácil, pese a su bien organizada charla, ordenar y sintetizar sus comentarios; sólo espigar aquí y allá entre ellos. Defienden la libertad pero la libertad interior, no la siempre condicionada de hacer lo que a uno le dé la gana. Establecen las tres premisas de la felicidad, aunque este término no les gusta y prefieren el de satisfacción íntima o bienestar, que son, saber quién eres e invertir en tu talento, cumplir tu deber con dignidad y aportar algo a la sociedad. El médico dicta tres recomendaciones para el enfermo: relajación, ejercicio físico y reflexión. Y ambos señalan tres vicios que nacen de la soledad: egoísmo, egocentrismo y envidia. Esa soledad que se percibe acentuada hoy al encerrarse cada uno con su ordenador, con el cual no puede lograrse una sana comunicación.
Especial interés ponen en los aspectos cognitivos cerebrales que en general conocemos bastante pero hay uno que se nos escapa todavía, el relacionado con el arte, la espiritualidad, el orden moral, el humanismo, justamente lo que diferencia al hombre del animal. Incluso debaten si hay una finalidad en la vida: para Fuster sí, no para Sampedro.
Muy pobre es esta pequeña selección de lo que entre ellos tratan. Estas y otras cuestiones son desarrolladas con gran brillantez, con abundancia de ejemplos y anécdotas, casi siempre sacados de su experiencia profesional, dejando al lector paladear las fintas de un torneo entre dos personalidades distintas pero unidas por la amistad y el saber.
De ese modo han respondido Fuster y Sampedro a la petición que les habían hecho amigos y admiradores para hablar de lo que sea, “de la salud, de la enfermedad, de la vida y de la muerte, del ser humano como ser biológico y como ser social, del mundo en que vivimos, de lo que quieran y sepan, pero que hablen”. Y hablan y no es fácil, pese a su bien organizada charla, ordenar y sintetizar sus comentarios; sólo espigar aquí y allá entre ellos. Defienden la libertad pero la libertad interior, no la siempre condicionada de hacer lo que a uno le dé la gana. Establecen las tres premisas de la felicidad, aunque este término no les gusta y prefieren el de satisfacción íntima o bienestar, que son, saber quién eres e invertir en tu talento, cumplir tu deber con dignidad y aportar algo a la sociedad. El médico dicta tres recomendaciones para el enfermo: relajación, ejercicio físico y reflexión. Y ambos señalan tres vicios que nacen de la soledad: egoísmo, egocentrismo y envidia. Esa soledad que se percibe acentuada hoy al encerrarse cada uno con su ordenador, con el cual no puede lograrse una sana comunicación.
Especial interés ponen en los aspectos cognitivos cerebrales que en general conocemos bastante pero hay uno que se nos escapa todavía, el relacionado con el arte, la espiritualidad, el orden moral, el humanismo, justamente lo que diferencia al hombre del animal. Incluso debaten si hay una finalidad en la vida: para Fuster sí, no para Sampedro.
Muy pobre es esta pequeña selección de lo que entre ellos tratan. Estas y otras cuestiones son desarrolladas con gran brillantez, con abundancia de ejemplos y anécdotas, casi siempre sacados de su experiencia profesional, dejando al lector paladear las fintas de un torneo entre dos personalidades distintas pero unidas por la amistad y el saber.
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